1 mar 2010

El Doctor del Fútbol...

Todos los seres humanos, sin excepción, sentimos algún tipo de temor cuando nos toca enfrentar nuevos retos. Nadie está exento. El escritor brasileño Paulo Coelho afirma que sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar. En cuanto al fracaso, el otrora empresario Henry Ford lo veía como la oportunidad perfecta para recomenzar algún proyecto con más inteligencia. Dos refranes sabios de dos idealistas que han marcado la pauta en mundos diametralmente opuestos.

Uno de los grandes idealistas que tuvo el deporte en Venezuela se llamó Guillermo Valentiner, el Doctor del fútbol. Un hombre que logró encaminar un sueño y lo transformó en una latente realidad para millones de caraqueños. Solía decir que la cooperación en el deporte era la base sustancial de la convivencia empresarial. Más que un idealista, era un futurista. El tiempo terminó dándole la razón y tal razón se evidenció con una multitudinaria concurrencia a la hora de su despedida.


¿Quién dice que el Doctor no sintió temor a la hora de adquirir una franquicia sumida en la sombras? El apostarle a una disciplina deportiva que no convencía a muchos venezolanos era todo un reto. En un país de guantes, bates y pelotas, no quedaba muy clara la presencia de un balón. Aún así, su hipotético temor no le impidió llevar adelante el sueño de regalarle a Santiago de León de Caracas un club de fútbol. Obedeció sus instintos y lo logró. El presente lo demuestra con las diez estrellas que descansan sobre el león y el balón.

“¿Cómo vas a saber lo que es el amor si nunca te hiciste hincha de un club?”. Cita textual de uno de los versos del famoso “Poema del Fútbol”, escrito por el periodista argentino Walter Saavedra. Verso que evidencia, con claridad, el profundo amor que le tuvo el Dr. Valentiner al “Rojo”. Un amor que empezó en 1989 y que hoy no termina a pesar de su partida. Un amor que va más allá del sagrado sacramento que cita que se debe amar hasta que la muerte separe a los involucrados. Un amor que se convirtió en un legado y en un ejemplo para todos aquellos “dirigentes” que ven al fútbol como un simple hobbie, vendiendo mentiras y jugando con el regionalismo.

El Dr. Valentiner fue un ejemplo para el concierto futbolístico local. Sin ser como los políticos de turno, cuyos fondos no salen de sus bolsillos y que ven como una moda el utilizar una entidad futbolera para hacer campaña y luego apartarla sin analizar sus consecuencias, logró consolidar una institución que no juega con la identidad regional, los sueños, las metas y los sueldos. El Dr. construyó realidades a base de constancia y sacrificio, demostrándole a un país como se debe gerenciar y generar.

Un legado que se evidencia en la Cota 905 con algo más que una infraestructura deportiva. Es la seriedad y compromiso de veinte años ininterrumpidos trabajando en pro del fútbol venezolano. Como sucede en todos los aspectos de la vida cotidiana, el “Rojo” también ha tenido que sortear trampas que le ha impuesto el destino, teniendo como premisa el no desmayar y recoger de lo malo algo bueno. Como dice el mítico Walter “Cata” Roque: “La gente no crece celebrando las victorias sino aprendiendo de los fracasos”. El Dr. Valentiner jamás desmayó y ese mensaje se mantiene más allá de su partida.

Que el Doctor del fútbol le sirva como ejemplo a todos esos dirigentes que ven esto como una “joda”. Aquellos que no ven más allá de su “fiebre” por formar un equipo de fútbol para luego fallarle a un pueblo ávido de identidad, a un cuerpo técnico que despierta día a día buscando las fórmulas de la victoria, a los once exponentes, máximo catorce por partido, que sudan una camiseta que, en los casos más románticos, termina adherida a la piel y al corazón. Doctor Valentiner, desde el más allá, recétele a esta gente las medicinas que usted mismo utilizó para cambiar el rumbo de un deporte que aún no es rey por estas tierras.

Revisa todos los lunes el "Gamelote FutBolero" en el Diario Meridiano, el diario deportivo de Venezuela.