8 mar 2010

Yo masifico, Tú masificas, Él masifica...

Uno de los temas más álgidos del balompié venezolano ha girado en torno a la masificación. Esa masificación que ayudaría a un deporte que supuestamente no termina de enamorar a los hijos de Bolívar. Me atrevo a decir que esa supuesta apatía del venezolano por el deporte rey es una mera utopía. La prueba más clara se evidencia cada cuatro años con la máxima cita balompédica mundial, sin mencionar que los grandes clásicos del fútbol moderno son seguidos por millones de espectadores en un país donde reinan los bates, guantes y pelotas.

¿Quién no se rindió a los pies de Maradona en el 86 cuando bailó a la zaga inglesa y batió a Peter Shilton en par de oportunidades? ¿Quién no celebró el pentacampeonato de Brasil en el 2002 o el tetracampeonato de Italia en el 2006? Las Mercedes fue un verdadero “candelero” por esos días. ¿Quién no levantó su teléfono el pasado 2 de mayo y llamó a sus “panas” para ver el Real Madrid – Barcelona, mientras disfrutaban de una parrilla? Cabe destacar que esa “parrillita” fue el momento perfecto para “chalequear” a cuanto madridista se te cruzó por la mente por ese resultado tenístico que la tropa de Guardiola le propinó a los “merengues”. Queda en evidencia, día a día, que Venezuela también es tierra de fútbol. Que el nuestro no termine de enamorar es harina de otro costal.

Es ahí cuando arrancan los misiles de culpas que queremos evadir. Todos son culpables menos yo, ¿o no? Siempre está el hincha que tilda a los medios de palangristas, “peseteros” y demás adjetivos descalificativos. Ese mismo hincha que critica es el mismo que no va el domingo a la cancha a ver un Caracas – El Vigía o un Estudiantes - Monagas porque prefiere ver un Barcelona – Villarreal o un Inter – Sampdoria por televisión.

Yo masifico. ¿Cómo masifico? Generando información y apoyando lo que es nuestro. ¿Si no lo hacemos nosotros quién? Eso está claro. Y cuando coloco el “yo” me tomo la libertad de hablar por cientos de colegas que viven por y para el fútbol en este país. Me disculpan si se sienten ofendidos por hablar en nombre de ustedes. Considero que tenemos muchas cosas por hacer y nuestro trabajo es seguir generando esa información que es escasa en nuestros medios. No basta con recibir cables de agencias internacionales para minar nuestras páginas deportivas con lo que hizo Cristiano Ronaldo y Eto’o el fin de semana. Esa información también es de suma relevancia y tiene que estar, pero si nos vamos más allá, tenemos que ir a las canchas y estar sobre la noticia. Algo así aprendí en la universidad si la memoria no me falla. ¿Será que en España hablarán de la goleada que la tropa de Saragó le endosó al Carabobo del mítico “Rafa” Santana? Evidentemente no, como diría mi buen amigo Walter Reinaldo Roque.

Tú masificas. ¿Cómo masificas? Apoyando lo que es realmente tuyo. Así como el fútbol foráneo te mueve la fibra y te impulsa a ser el fanático más fiel, hazlo con lo que realmente te pertenece. El club de tu ciudad o de tu región por ejemplo. Sus triunfos son tuyos también. No es lo mismo ligar por televisión que ir el domingo a la cancha para aupar a los once guerreros que portan los colores que te identifican. Salvo excepciones, los triunfos del Real Madrid, Juventus, Bayern Munich y Manchester United no te pertenecen. Ahora, si eres extranjero o tienes raíces que van más allá de nuestra frontera (caso puntual de quien escribe), podrías considerar esos triunfos como “tuyos”.

Particularmente, crecí viendo a la “Vecchia Signora”, escuchando a Umberto Tozzi y Claudio Baglioni, comiendo cuanta pasta preparaba mi “nonna” y siguiendo a la “Azzurra” por televisión. Admito que lloré en el 94 cuando Baresi y Baggio erraron sus penales y también lloré en el 2006 cuando Grosso la guardó en el ángulo superior izquierdo de la valla de Barthez. Esa fotografía de Cannavaro levantando la Copa del Mundo no se borrará jamás. Así como guardo la imagen de Fabio también guardaré los gritos de gol de Giancarlo y “Ronita” ante Brasil en Foxboro. En mi mente también está el “Gloria al Bravo Pueblo” que canté desde Caracas mientras Romo, Flores, Velásquez, Rondón y compañía lo hacían desde Egipto. Un canto que estuvo acompañado por lágrimas. ¿No es más fácil que cada domingo agarres tus trapos y te vayas al Farid Richa para apoyar al Club Deportivo Lara en vez de quedarte en casa y ligarle a los “culés”? Amor por lo nuestro es lo que no tenemos, lamentablemente.

Él masifica. ¿Cómo masifica? Arraigándose en el tiempo y espacio. Hablo de los clubes que van y vienen como las olas del mar. Un día estoy, al otro no. ¿Cómo genero identidad si no me dan estabilidad? En América y Europa hay clubes con más de cien años de historia ininterrumpida. En Venezuela, de los clubes que hacen vida en el fútbol profesional, aparece el Deportivo Italia como el más antiguo y no se acerca al centenario. Pero esa historia ha estado marcada por desapariciones, andanzas en Segunda, cambios de nombre y dirigencia. Ahora, el club “Azul” se muestra sólido y consecuente, gracias a la excelente gestión de Mario Hernández. Hace días escuché que nuestro fútbol necesita a 18 hombres como el Dr. Guillermo Valentiner. Más cierto imposible. ¿Cómo logro cogerle amor a algo que no me da estabilidad? Es como las relaciones. Cuando algo no funciona en tu casa volteas a la del vecino y ahí arranca el vicio. Así son las cosas, diría Oscar Yánez.

De más está decir que lo que aquí expuse es mi simple y vaga opinión. Cualquier semejanza con la realidad puede ser mera coincidencia. El filósofo francés Jean Jacques Rousseau citó que la paciencia es amarga pero sus frutos son dulces. Hay que tener paciencia y trabajar día a día para ver si algún día podremos saborear ese dulce fruto de ver los estadios llenos cada domingo y que todos vibremos con la pasión del deporte rey en la tierra de Santana, Abreu y Sandoval.

Revisa todos los lunes el "Gamelote FutBolero" en el Diario Meridiano, el diario deportivo de Venezuela.